26 de enero de 2010

"A veces me dan ganas de llorar, pero las suple el mar."*

Decidí creer que el mar era salado a causa de todas las lágrimas que han ido a parar allí. ¿Cómo? Simplemente cuando una lagrima, escurridiza de algún ojo angustiado o emocionado, cae y se trasforma en huella del mundo, de la historia. Quiero decir, de la historia propia, claro.
Esa silenciosa lagrima, a veces solitaria, a veces acompañada por tantas otras, según la naturaleza de los hechos, decide caer con el consentimiento, o no, de su propietario. Esa lagrima, luego de no se me ocurre cuanto tiempo, se evapora. Abandona su cuerpo unido y visible y se transforma en simple humedad del aire.

Debo confesar que tengo espíritu de directora de cine. Pienso en aire y enseguida aparece en mi mente una secuencia de imágenes, una película. Me imagino a mí, filmando y capturando la esencia del instante en cada imagen, en cada segundo aprehendido. Miles de situaciones, de momentos que dejamos pasar por nuestro lado solo por el egoísmo de vivir sola y absolutamente el nuestro. Nuestro instante.
Así, con mi cámara imaginaria, trato de capturar la vida de las lágrimas desde el momento en que se decidieron por transformarse en humedad. Humedad que, sin darnos cuenta, vive constantemente con nosotros.
Esta desconocida y a la vez tan cercana humedad se condensa formando nubes.

Mira hacia arriba. Observa un segundo por la ventana. ¡Si! Mira esa nube, esta llena de lágrimas. Esperemos que sean de emoción.
¡Mira esa otra! Allá, mas allá. ¡Esa! Con forma de cronopio… Repleta de lágrimas.

¿Puede ser, entonces, que cuando llueve, todo ese llanto que derrame por amores rotos o imposibles, vuelva otra vez a mí? ¿Puedo sentir como mis propias lágrimas mojan mis cabello, mi ropa, mi rostro? ¿Esas viejas lágrimas que mis ojos derramaron algún tiempo atrás?
Puede ser.

Y así como cae la lluvia sobre nosotros, devolviéndonos nuestras propias lágrimas que esta vez caen del cielo, llueve sobre el mar. Un mar que se va llenando de nuestras lagrimas. Un mar que abraza nuestras angustias, nuestras emociones. Un mar salado por nuestros propios ojos.

* Frase de Jose Gorostiza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

por eso hay tanta agua en el planeta, mierda qué manera de llorar la gente

Orgullo

Orgullo
(sin prejuicio)